El amor no es racional, surge de una neurona que salta ante un estímulo de cualquier tipo cuyo origen es la persona deseada. Este estímulo creo un halo de protección donde colocamos todas las cosas bonitas que vamos viendo en la persona, indistintamente, sin pensarlo, idealizamos y creamos algo que buscamos, y siempre por tanto encontramos. No importa el qué, ni el cómo, ni el cuándo, ni el por qué, solo importan las personas que forman parte del mundo del amor, y dejas pasar los días con esa persona, disfrutando de cada segundo porque esa persona es lo más importante que puede ocurrir en tu vida. Y la pasión, la fantasía, la ilusión, se convierte en amor y motor del cuerpo y alma y todo comienza a funcionar.
Laura Antón González
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jueves, 5 de agosto de 2010
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